22 de noviembre de 2013

Orgullosa y cabezota

Te contaría tantas cosas padre... que vuelvo a ser feliz junto a alguien, que en sus ojos me encuentro. Podría contarte durante horas, sin cansarme. Me diste lo que soy. Cada paso mio es uno que das tu. Soy parte de ti, sangre de tu sangre, parte de tu mente.

Aprendí, que no poseemos el tiempo. Aprendí, que la libertad es tan solo un sentimiento. Aprendí tanto y a la vez, tanto de ti y tu de mi. Pero sin quedarme otra, aprendí también a ser sin ti.
Muy a mi pesar, con la mitad aprendida, aprendí un poco más.

Gracias a ti, y también a mi madre, soy quien soy y quien conociste: Orgullosa y cabezota. Pero hoy, orgullosa de mi, de ti, por haberte conocido, por compartir parte de nuestras vidas, orgullosa porque fueras mi padre y pudieras enseñarme ser quien soy.
Esperando una riña seguiré cabezota, dándole importancia a todo aquello que no la merezca, y algún día puede que aprenda a perdonar. Por mi.

Hoy por hoy, mi camino aun es muy corto, y consciente de que siempre lo será me atrevo a decir, a veces, que ya viví demasiado. Aun así, orgullosa piso fuerte para que mis huellas no se olviden. Algún día, si todo va, estos pasos habrán servido para alguien.

Námaste.

3 de septiembre de 2013

El café más amargo

Si es verdad que existen las buenas noticias, las malas y las peores. Pues la que me fue entregada pertenece al último bloque:

“6 meses”

Esas fueron las palabras pronunciadas, como una sentencia final, 6 meses para amar, para soñar, para sentir, al fin y al cabo… para vivir.

“¿Que hacemos?” Pregunté a mi padre, pidiendo esa respuesta que lo arregle todo, de esa persona que es un pilar para mí, de esa persona que tiene soluciones para todo, pero también de esa persona que en 6 meses ya no estará.

Le cogí la mano y apreté, mientras él contestaba “¿Qué será del Jacky?” como si nada más que el perro le preocupara en ese momento, como si al mover el foco hacia la que ahora también era su mascota esos 6 meses fueran menos duros.

Así pues, café en mano, sujetando mi alma a la vez que esa taza, bebí, sabiendo que ese café iba a ser el más amargo. Ahí estaba yo, con el alma desecha, bebiendo ese café que un día aprendí a amar, pues los domingos con su olor eran únicos ya que mi padre era quien lo preparaba.
Ahí estaba yo, bebiendo cada lagrima en silencio sin poder imaginar cuanto dolor tenia él.

Y todo es dar tiempo al tiempo, ese miedo a perderlo, a que sentirá él. Cuando los meses pasan te haces la ilusión de un error médico, que esos 6 meses sean años, pero llega el dia después de tanto luchar, después de tantas ganas de vivir, después de tirar la toalla para agacharse a recogerla más tarde.

6 cortos y a la vez tan largos meses, que pasan sin que casi te des cuenta, intentando siempre sacar esa sonrisa que te diga que está bien.

El día llega, en el hospital, horas y lagrimas van pasando, pero aun no es el momento, aun hay tiempo para otro café.

- Aquí, la gente se va.
- ¿A dónde Papa?
- Se van, pero no a su casa.

Como queriéndome decir: Hazte a la idea hija, que esto se acaba. Y con las horas… por momentos deja de ser él, y con las horas ya no hay más cafés, con las horas hacerse la fuerte no sirve de nada y llorar en silencio y a solas se hace habitual.

Las personas que dicen tener respuestas no dicen nada, las que dicen saber que pasará parecen tirar la toalla, y de nuevo aquí estamos luchando por un café más.

6 meses se vuelven 12 y parece que la amargura se endulza un poquito, o quizá aprendamos a tolerarla. Aprendemos a no soñar muy lejos, a no hacer planes para pasado mañana, para mañana quizá. Pero también las cosas cambian, la vida, los besos y por supuesto… Los cafés. Ahora solo los tomo yo.
Pies en la tierra y corazón en un puño, aquí. Teniendo un día más, pero sin dejar de llorar.

Y en el numero 12 te vas… con ganas de ver el mar, con ganas de un mañana, con fuerza para sonreír, pero te vas… Y duele, duele más que mil cuchillos, y seguirá doliendo por más que la vida pase. Escuece tanto que ni hecha un ovillo me puedo calmar, el aire es espeso. Te cojo la mano mientras nos repito “Todo irá bien, estamos aquí, no tengas miedo… Todo irá bien…” Muerta de miedo espero.

No estas… No soy tan fuerte para la envestida, para esta no. Y ya no estas…

Con los días… ¿Si le he perdido el respeto a la muerte y el miedo a la vida, que me queda? Un último café, porfavor, ese que me desgarre el alma.

Pero sin ti, ya no sabe igual. Sin ti, ya no me quedan cafés.

Te quiero.

Por y para siempre, tu niña pequeña.

21 de enero de 2013

Sociedad Desactualizada

Como un bolígrafo que va perdiendo tinta, nosotros nos vamos desgastando con el tiempo, unos más rápidos que otros según lo que se hayan usado.
Así pues, los más trabajadores llegan a viejos y/o descatalogados antes que los demás, sin tiempo a poder reciclarse o cargarse para tener una nueva función.
Y es así como hoy en día somos, números por reciclar, por reaprender ya que las "cosas" (tecnología, ciencia,... vida en general) han ido actualizándose mientras nosotros las veíamos pasar, algunos con más tiempo que otros.
De esta forma, como bolis vacíos todos nos encontramos con ganas de algo más, esperando un futuro mejor que cualquier papelera, esperando a que alguien nos cambie la tinta.

Ahí empiezan las quejas: Mi vida no me gusta, no encuentro el camino, quien soy, que puedo hacer, nada tiene sentido, es injusto,... Pero en vez de coger las riendas que nos ayuden a avanzar, decidimos quedarnos en el anden viendo como cada tren pasa, como cada idea y oportunidad se van, a veces por miedo, otras veces por desconocimiento, y muchos otros por no saber verlas.

Somos ciegos.

Con esto me refiero a que solo vemos lo que nos han enseñado a ver, algunos diereis "Vemos lo que queremos ver" yo os digo: Veis lo que os han enseñado a querer ver.
No os culpo, ni siquiera creo que haya un solo culpable ya que todos somos victimas de la misma acción, tan solo me gustaría que algunos despertarais, pudierais ser conscientes, con todo el respeto que podáis tener, las diferencias en las cosas, ni blanco ni negro, sino toda la escala de grises que puedan haber.

De esta manera, actualizaros en todos los ámbitos de la vida que podáis. Conoceros a vosotros mismos, mejoraros. Conocimientos, trabajo, dedicación, energía ... No esperéis que alguien os recicle, atreveros a coger un tren. Quizá no sea el adecuado, puede ser, pero desde otro anden las vistas son distintas, el aire es nuevo, y lo más importante: Pasan otros trenes.

No tengáis miedo a lo desconocido, atreveros a avanzar en vuestras vidas y dejad las quejas atrás. Valorad lo que tenéis y no lo que tuvisteis, vivir desde el presente y no desde el pasado, pues el pasado tendría que servir de guía a ayuda pero no de cadenas.

Entonces, como también se dice en "el currículum de todos", dar una vista al pasado, pues eso ya las has hecho, eres capaz, eres útil.

Actualizate.

3 de julio de 2012

Buenos días.

Quiero ser como ese café con leche que queda amargo, como ese dulce despertar que tan solo vivimos en sueños. Quiero ser esa diferencia que nos deja , marcar esa huella que quizá nos obligue a pensar.

Y es cierto, ya no pensamos. Parece ser que nos hemos acomodado hasta tal punto que el pensar lo dejamos para los intelectuales, como si el meditar en algo no estuviera al alcance de todos.
¿Menospreciamos entonces nuestra mente cuando la obligamos a asentir sin más?

Esa pregunta que no todos nos hacemos: ¿Cuando siento?
>Si es verdad que sentimos, pero esa sensación pura que hace que nos estremezcamos ha quedado aparcada, tan solo la sentimos al ver una película, al leer un libro,... porque nos privamos de esa sensación en la vida real.

Acaso ¿Amamos hasta el punto que nos lata el corazón al ver a esa persona día tras día? O ¿Esa sensación muere al pasar unos meses?. Acaso ¿Nos emocionamos al tener un anciano en casa que nos cuenta su historia? ¿Su vida? O ¿Lo aparcamos como si de un mueble más se tratara?. ¿Cuidamos a nuestros enfermos como si en ello nos fuera la vida? O ¿Perdemos las ganas entre quejas?

Carpe diem* señores.
Estas palabras perdieron su significado hace mucho, una mala lectura, un vivir la vida de forma alocada tuvieron la culpa, o quizá nuestro miedo a sentir.

Si realmente supiéramos que ese instante es el ultimo, ninguno de esos besos se quedaría sin dar, ningún te amo quedaría olvidado, cada segundo junto a un ser querido e incluso junto a un desconocido seria vivido con intensidad, con sentimiento.
Nuestra condición nos hace creer que seremos eternos y eso nos hace ser algo más egoístas, pero cuando un medico decide ponernos fecha de caducidad temblamos, amamos, compartimos,... Acaso ¿El miedo a perecer nos hace ser mejores personas? O ¿Es la comodidad que nos permite mirar a un lado?

Carpe diem... acaso ¿Si ese minuto fuera el último decidiríamos no pensar? Créanme cuando digo que ese corto minuto nos permitiría conocer el "sentir", o como algunos lo llaman "ver la luz".

Algunos creen que permitir que los sentimientos salgan es de débiles, personas sentimentales no preparadas para este mundo, pero ¿No será envidia? Un "también quiero sentir y expresar como me siento pero tengo MIEDO".
Miedo a que se rían, a sentirse atacado por desnudar su ser y mostrarse ante el mundo tal y como es.

Pues es más cómodo y cobarde cuando un mendigo pide pan mirar hacia otra parte que pararte a escuchar sus necesidades, sus penas y alegrías, sin saber si para él es su ultimo minuto.

El miedo nos deshumaniza.

Así pues... ¿Cual es la ultima vez que sentiste de verdad?
¿ Y si este fuera tu último minuto?

Ama, siente, grita, llora,... tan solo como tu puedes hacerlo.

__________________________________________________
*Carpe diem: Vive el día. Vive el momento, no lo malgastes.